Me han preguntado también por las palabras que aparecen en rojo antes de las lecturas. A estas se les llama título, y se forma con palabras del mismo texto, e indica el tema principal de la lectura (OGLM 123). Este título no debe leerse.
Los títulos permiten advertir la relación que existe entre la primera lectura y el Evangelio en los domingos y solemnidades.
Si leemos los títulos de ambas lecturas de forma seguida, nos damos cuenta de esta relación. Por ejemplo, unamos los títulos la primera lectura y del Evangelio de los tres ciclos del domingo XXVIII del tiempo Ordinario. Las separaré con un punto y coma para que se pueda apreciar en dónde termina el de la primera lectura y en dónde inicia el Evangelio.
Ciclo A. El Señor preparará un festín; todos los que encontréis, convidadles.
Ciclo B. En comparación con la sabiduría tuve en nada la riqueza; vende cuanto tengas y sígueme.
Ciclo C. Volvió Naamán a Eliseo y alabó al Señor; ¿no ha habido quien volviera a dar gloria a Dios mas que este extranjero?
Puede advertirse la interrelación que liga los pasajes de la antigua Alianza con los respectivos Evangelios. Se hace manifiesta de este modo la armonía entre ambos Testamentos y su confluencia en Cristo. Al hilo de la liturgia se manifiesta, casi de forma imperceptible, lo que sostenía san Agustín: “el Nuevo Testamento está oculto en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo” (Quaestiones in Heptateuchum 2,73).