El 24 de diciembre se celebra la Misa del IV Domingo de Adviento hasta la hora nona. A partir de las vísperas se celebra la Misa de la Vigilia de la Natividad del Señor, aunque sea domingo. Ello porque cuando la Misa vespertina coincide con las vísperas de una solemnidad, debe de atenderse a la precedencia establecida en la tabla de días litúrgicos (Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario, n. 61), en donde la Natividad del Señor se encuentra por encima de los domingos de Adviento. Así, debe preferirse la Vigilia de Navidad que el domingo de Adviento.
¿Asistiendo a la Misa del 24 por la tarde o noche, se cumple con el precepto dominical y el de la Natividad?
No. Hay dos fiestas de precepto distintas, que se celebran en días distintos. Uno es el precepto dominical, que este año corresponde al 24 de diciembre. Otro es el precepto de la solemnidad de la Natividad, que se celebra el 25 de diciembre. Se trata de dos días distintos. (CIC 1246).
En principio, pues, se trata de dos días distintos en los que hay que participar en la Misa, aunque sean seguidos (CIC 1247). Cierto es que cumple con el precepto quien asiste a Misa tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde (CIC 1248). Sin embargo, el objeto de esta norma no es agrupar preceptos sino adelantar el cumplimiento del precepto.
De esta forma, lo que se puede es:
a) Participar en Misa el sábado 23 por la tarde (por el domingo) y el domingo 24 por la tarde (por la Natividad).
b) Participar en Misa el domingo 24 por la mañana (por ese día) y ese mismo día por la tarde (por la Natividad).
c) Participar en la Misa el domingo 24, a cualquier hora (por el domingo), y el lunes 25 a cualquier hora (por la Natividad).
Desde el punto de vista canónico, también se podría participar en dos Misas el domingo 24 por la noche. Sin embargo, desde el punto de vista litúrgico, parece no tener sentido.
En cualquier caso, como escribió San Juan Pablo II, “esta observancia, antes que un precepto, debe sentirse como una exigencia inscrita profundamente en la existencia cristiana.” (Carta Dies domini n. 81)