¿En una parroquia puede haber un maestro de ceremonias?
Sí. El maestro de ceremonias y los ceremonieros pueden actuar en cualquier celebración, sea presidida por un diácono, por un sacerdote o por un obispo, para la adecuada preparación y perfecta ejecución de la celebración. Es conveniente que, al menos, en las catedrales y en las iglesias mayores haya un maestro de ceremonias que disponga las celebraciones sagradas para que sean realizadas con decoro, orden y piedad por los ministros sagrados y por los fieles laicos (IGMR 106)
¿Un laico puede ser ceremoniero?
No se exige ser clérigo ni acolito instituido para desempeñar los ministerios de maestro de ceremonias o ceremoniero; se le pueden encomendar a un laico (IGMR 107) siempre y cuando cumpla con los conocimientos y las virtudes necesarias.
¿Cuáles son esos conocimientos y virtudes?
El maestro de ceremonias debe ser debidamente versado en sagrada liturgia, en su historia, en su índole, en sus leyes y preceptos, con celo por las cosas sagradas, se ocupa de guiar la ejecución de los ritos según las normas de las celebraciones, su espíritu y las legítimas tradiciones (CE 34), con el objeto de que la liturgia consiga su fin espiritual.
El maestro de ceremonias y los ceremonieros deben ser conocedores de las normas litúrgicas. No deben adornar las celebraciones para hacerlas “más bonitas”, “más antiguas”, o “más adecuadas a los tiempos actuales” según su parecer.
Los ceremonieros y el maestro de ceremonias deben ser humildes. El maestro de ceremonias debe dividir las tareas entre los ceremonieros. Y tanto él como los ceremonieros deben saber que no están para ejecutar las acciones litúrgicas por si, sino para guiarlas. Ellos están para coordinar oportunamente con los cantores, asistentes, ministros, celebrantes, aquellas cosas que deben hacer y decir (CE 35).