El Domingo de Ramos de la Pasión del Señor, el papa celebra en la plaza de san Pedro. Tradicionalmente la celebración comienza en el obelisco que se encuentra en el centro de ésta. Es un lugar significativo. Ese obelisco fue testigo del martirio de san Pedro. En la parte superior hay una cruz, y tiene inscrito: “Ecce Crucem Domini! Fugite partes adversae! Vicit Leo de tribu Iuda, Radix David!”, que se puede traducir como “¡He aquí la cruz del Señor! ¡Huid fuerzas enemigas! ¡Ha vencido el León de Judea, la raíz de David!”
En ese lugar se lee el pasaje del Evangelio que recuerda la entrada triunfal de nuestro Señor en Jerusalén. Una vez que se ha proclamado, inicia una procesión hacia el altar colocado junto a la puerta de la basílica de san Pedro. Durante la procesión todos llevan las palmas en la mano. El santo padre lleva un ramo en vez de la férula y viste capa pluvial roja.
Al llegar al altar el papa deja la capa y viste la casulla roja. Luego dice la oración colecta, tras la cual se lleva a cabo la liturgia de la Palabra, en la que se lee la Pasión del Señor según el evangelista que corresponde al año litúrgico. Esta lectura tiene tres particularidades. Primero, que no acompañan los cirios y el incienso la procesión del Evangeliario, como se hace habitualmente. Segundo, que no se hace el saludo “El Señor esté con ustedes” antes de la lectura de la Pasión. Tercero, que no se dice “Lectura del Santo Evangelio según san …”, sino “Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San …”.
Hago estos comentarios porque creo que puede ser de mucha utilidad para todos los que van a participar en su parroquia el próximo domingo en esa celebración. No solo sirve para lo que suceda en Roma con el papa. Todos podemos cumplir estos detalles litúrgicos ese día.
La Pasión suele leerse a tres voces: una es el narrador, otra Jesucristo, y la tercera lee lo que dicen todos los demás (Pilatos, Caifás, etc.). Esto le da mucha viveza a la lectura. En el caso de la liturgia papal, no se lee, sino que se canta a tres voces por tres diáconos.
Tras la lectura de la Pasión, la misa sigue como de costumbre.