El maestro de ceremonias, ordenado o no, viste con el amito, el alba y el cíngulo, o puede vestir sobrepelliz encima de la sotana (CE 36 e IGMR 339). La vestimenta de los ceremonieros no puede diferenciarse, porque son auxiliares del maestro de ceremonias. En la práctica, sin embargo, es común que los ceremonieros lleven una sobrepelliz o un alba más sencilla que el maestro de ceremonias para distinguir entre el oficial y sus ayudantes.
Se podría cuestionar si un maestro de ceremonias laico puede usar alzacuellos. Podríamos presumir que cuando el Ceremonial de Obispos menciona sotana hace referencia a la vestimenta completa: sotana, faja y alzacuellos. Sin embargo, en algunos países el alzacuellos se entiende reservado a los clérigos.
Por la atención que han suscitado las celebraciones papales, se ha pensado que los maestros de ceremonias y los ceremonieros pueden usar sotana morada, como lo hace el Maestro de las Celebraciones Pontificias y los ceremonieros papales. Veamos la cuestión.
El antiguo Ceremonial de los Obispos, en su libro I, establecía que el obispo podía nombrar dos ceremonieros diocesanos titulares y ellos podían vestir sotana morada cuando ejercieran sus funciones en la catedral y en otras iglesias de la diócesis cuando acompañaran al obispo. Esta disposición no se encuentra en el actual Ceremonial de 1984.
Hay que señalar que el Ceremonial de los Obispos no es claro en cuanto al color de la sotana de los ceremonieros. Por ello, se ha interpretado que el color de la sotana debe de ser de acuerdo a la dignidad de quien lo viste. Es decir, si es laico, seminarista, diácono o presbítero (sin título honorífico), la sotana es negra. En cambio, si el ceremoniero es prelado de honor de su santidad o protonotario apostólico, usa la sotana morada.
El Maestro de las Celebraciones Litúrgicas del Santo Padre, los ceremonieros pontificios, y los alumnos del Pre-Seminario San Pio X tienen el privilegio de usar sotana morada, aunque no sean protonotarios apostólicos o prelados de honor de su santidad.
Hay que señalar que ni el maestro de ceremonias ni los ceremonieros visten hábito coral, por lo que no usan bonete, muceta o mantelete. El hábito coral es propio de los clérigos que asisten a una celebración litúrgica y no concelebran. Los ceremonieros no asisten simplemente, sino que desempeñan un ministerio propio que tiene una vestidura propia. Por el ministerio propio que desempeñan, aunque sean presbíteros, no deben de concelebrar.