El Manual de liturgia

El Manual de liturgia

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En las Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, existe un apartado sobre “Las Rogativas y las Cuatro Témporas del año”, en donde se indica que en las Rogativas y en las Cuatro Témporas del año, la Iglesia suele orar a Dios por las diversas necesidades de los hombres, principalmente por los frutos de la tierra y el trabajo humano, y le da públicamente gracias a Dios.(CE 381).

Las Cuatro Témporas surgieron en la antigua Roma como unos días de oración y ayuno para santificar tres cosechas: la del trigo en verano, la vendimia al comienzo de otoño y la del aceite en diciembre. Como estaban relacionadas con las estaciones del año, a esas tres se les añadió una cuarta en primavera. Se empezó a hablar desde entonces de las Cuatro Témporas, cada una relacionada con una de las estaciones del año.

El entonces Cardenal Joseph Ratzinger escribió que las Cuatro Témporas recibieron en el siglo V una nueva dimensión significativa, pues pasaron a ser fiestas de la recolección espiritual de la Iglesia: celebración de las ordenaciones sagradas, recolección de los frutos del seminario (El camino pascual, Madrid, BAC, p. 59)

En cada una de las Témporas, la Iglesia invitaba a los fieles a vivir el ayuno y la oración durante tres días (miércoles, viernes y sábado) con el fin de implorar al Señor sus bendiciones para la estación, pedir los frutos de la tierra, y suplicar por nuevas vocaciones sacerdotales. El tercer día (sábado) quedaba destinado a la administración de las órdenes sagradas.

Las primeras Témporas se celebraban el miércoles, viernes y sábado de la primera semana de Cuaresma. Las segundas tenían lugar el miércoles, viernes y sábado de la primera semana después de Pentecostés. Las terceras correspondían al miércoles, viernes y sábado siguientes al 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Las cuartas se celebraban el miércoles, viernes y sábado siguientes al 13 de diciembre, fiesta de Santa Lucía. En las témporas de verano se usaban vestimentas rojas, mientras que en las otras tres, morados.

Las Témporas forman parte de la liturgia estacional, de suerte que cada día tiene asignada una iglesia romana: el miércoles Santa María la Mayor, el viernes Los doce Apóstoles y el sábado San Pedro.

El entonces cardenal Ratzinger escribió que las Témporas tiene un sentido profundo el orden de las iglesias estacionales correspondientes a estos tres días. En el primer día, la Iglesia presenta los ordenandos a la Virgen, a la Iglesia en persona. El viernes recuerda que sólo hay verdadero sacerdocio en el contexto de la sucesión apostólica, de la fe apostólica y de la estructura apostólica. Y el sábado recuerda la unidad con Pedro, del mismo modo que Jesús, al principio de su vida pública, llama a Pedro y a sus socios, luego de haber predicado desde la barca de Simón.

Actualmente, corresponde a cada conferencia episcopal determinar cuáles y cuándo deben ser las Témporas en cada nación (Normas Universales del año litúrgico, 46,), dada la disparidad de las estaciones en las diversas regiones del planeta. Asimismo, deben de determinar la manera cómo han de celebrarse, y cuál de los formularios de las Misas por diversas necesidades y por diversas circunstancias ha de elegirse. (IGMR 373 y 394, CE 382 y 384)