El Bendicional prevé la bendición del árbol de Navidad. Ese árbol recuerda a los fieles que Cristo es el verdadero Árbol de la vida, y en sus luces se ve a Cristo luz del mundo, que con su Nacimiento nos conduce a Dios que habita en una Luz inaccesible (Bendicional 1272 y 1273).
Esta bendición la debe hacer el padre o la madre con la presencia de todos los miembros de la familia. Quien preside inicia diciendo: “Nuestro auxilio es el nombre del Señor” y todos responden “Que hizo el cielo y la tierra” (Bendicional 1275). Luego se lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo: Is 60, 13: “Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estado.” (Bendicional 1276).
Finalmente se dice la oración de bendición que es: “Bendito seas, Señor y Padre nuestro, que nos concedes recordar con feen estos días de Navidad los misterios del Nacimiento de Jesucristo. Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol y lo hemos embellecido con luces, vivir también a la luz de los ejemplos de la vida santa de tu Hijo y ser enriquecidos con las virtudes que resplandecen en su santa infancia. Gloria a él por los siglos de los siglos.” Todos responden “Amén” (Bendicional 1277).