El Manual de liturgia

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La Corona de Adviento es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad. La luz es un símbolo de Jesucristo, luz del mundo. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona, muestra la ascensión gradual hacia la plenitud de la luz de Navidad.

No existen normas litúrgicas que determinen el color de los cirios, el orden en el que deben encenderse, ni ningún rito para el encendido semanal. Sin embargo, sí se prevé su bendición para subrayar su significado religioso (Bendicional 1235).

La bendición de la corona puede realizarla un laico o un clérigo.

Ésta inicia con las palabras “Nuestro auxilio es el nombre del Señor”, que dice quien preside. A ello se responde: “Que hizo el cielo y la tierra”. (Bendicional 1238). Luego, tiene lugar una monición que hace quien preside: “Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad” (Ídem).

Posteriormente uno de los presentes lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo: Is 60, 1: “¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!”. (Bendicional 1239).

Luego, quien preside dice la oración de bendición con las manos juntas si es laico, y con las manos extendidas si es clérigo. La oración es la siguiente:

“Oremos. La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces. Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.” (Bendicional 1240).

Todos responden Amén. Posteriormente se enciende el primer cirio de la corona (Bendicional 1241).

Ver el Bendicional