El Manual de liturgia

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La bandeja de la comunión es un platillo que se utiliza para que las partículas o gotas del pan y del vino consagrados (si se da bajo las dos especies) no caigan al suelo, sino que se queden sobre esta bandeja, que posteriormente será purificada. Es una muestra de fe, delicadeza y amor con el Santísimo Sacramento. La Instrucción General del Misal Romano prevé que se use (n. 118), y la Instrucción Redemptionis Sacramentum señala que “se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento.” (n. 93)

Hasta el momento de la comunión se suele colocar en la credencia. Durante la comunión la sostiene un acólito, generalmente situado a la izquierda del sacerdote. Si se sitúa a la siniestra el acólito, conviene que sostenga la bandeja con la mano izquierda para que sea más natural su movimiento acompañando la Forma.

Tertuliano, en el siglo II, al comentar cómo se celebraba la Eucaristía en esa época, comentó que era muy preciso tener sumo cuidado para “no dejar caer en la tierra la mínima partícula” de la comunión (De Oratione, 19). Es por ello que se emplea la bandeja de la comunión.

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