El puntero es una varilla que termina en una punta o con una manita con el dedo índice extendido, y que por el otro extremo termina con una argolla a la que se le une una cadena o un cordoncillo que permite colgarlo de la mano de quien lo porta.
Lo usaba el maestro de ceremonias para indicarle al celebrante qué parte del libro litúrgico debía de leer. Su razón de ser era eminentemente práctica: poder alcanzar un texto que le quedaba lejano en un libro de amplias dimensiones, además de que se evitaba manchar el libro al tocarlo con el dedo.
Los judíos usan un puntero similar, llamado yad, para seguir la lectura de la Torah.
Su uso fue muy extendido. Tanto que llegó a ser el símbolo del maestro de ceremonias. Últimamente ha caído en desuso.
Se podía usar por un ceremoniero en cualquier celebración, con independencia de que fuera o no presidida por un obispo o que se llevase a cabo en una catedral.
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