De acuerdo a la Instrucción General del Misal Romano, la Sangre del Señor se puede tomar bebiendo directamente del cáliz, por intinción (el Pan mojado en el Vino), con una cánula, con una cucharilla (n. 245). Sin embargo, las formas habituales y reguladas por la propia instrucción son beber directamente del cáliz y la intinción.
El celebrante debe de comulgar siempre la Sangre de Cristo. Si un sacerdote celebra solo, o preside una concelebración, de pie en el centro del altar, toma el cáliz y dice en secreto “La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna” y bebe la Sangre del Señor (nn. 158, 246 y 249). Si hay concelebrantes o se dará la comunión a los fieles bajo las dos especies, sólo bebe un poco; si no, consume totalmente la Sangre del Señor.
Los concelebrantes siempre deben comulgar bajo las dos especies. Si lo hacen bebiendo directamente del cáliz, después de que el celebrante principal ha comulgado, se acercan uno tras otro (o de dos en dos, si hay más de un cáliz), hacen genuflexión, beben la Sangre, limpian el borde del cáliz con un purificador y vuelven a sus asientos. También puede ser que, después de que el celebrante principal comulgó, un diácono o un concelebrante les lleve el cáliz hasta sus lugares, donde beben un poco. En este caso, el que bebe o quien presenta el cáliz limpia el borde con el purificador después de que cada uno comulgó. De igual forma, la comunión de los concelebrantes puede ordenarse de manera que cada uno comulgue en el altar el Cuerpo e inmediatamente después la Sangre del Señor. (IGMR n. 246-248).
Si los concelebrantes comulgan por intinción, después que comulga el celebrante principal, se coloca el cáliz en el centro del altar junto con las Hostias. Los concelebrantes, uno tras otro, se acercan al altar, hacen genuflexión, toman una forma, la mojan en parte en el cáliz y, poniendo el purificador debajo de la boca, comen la partícula mojada y, en seguida, se retiran a sus sitios (IGMR n. 249).
Sea cual fuera el medio empleado, cuando todos han comulgado, el diácono o alguno de los concelebrantes, bebe reverentemente toda la Sangre de Cristo que quedó (IGMR n. 247 y 249).
Si un sacerdote no concelebra la Misa, se le debe administrar la comunión bajo las dos especies, lo mismo que al diácono y a los demás que desempeñan un algún ministerio en la Misa (IGMR n. 283). En estos supuestos, lo harán no como concelebrantes sino como fieles laicos, de acuerdo al modo que se explicará más adelante.
A los fieles laicos también se les pude distribuir la comunión bajo las dos especies, recordándoles que también bajo una sola de las dos especies se recibe a Cristo todo e íntegro y el verdadero Sacramento (IGMR n. 282). Esto puede hacerse en los días que indican los libros rituales, dejando a salvo la facultad que tiene el obispo para establecer normas acerca de la Comunión bajo las dos especies en su diócesis (IGMR n. 283).
La comunión a los diáconos que participan en la Misa, de los sacerdotes que no concelebran, y de los laicos puede hacer dándoles a beber el cáliz o por intinción.
En ambos casos, el sacerdote toma el copón o la patena, mientras que el cáliz lo toma el diácono y, en su ausencia, otro presbítero o un acólito o un ministro extraordinario o un fiel a quien se le constituye para este ministerio para esa ocasión (IGMR n. 284).
Si la Comunión de la Sangre del Señor se hace bebiendo del cáliz, quien va a comulgar, después de haber recibido el Cuerpo de Cristo, va frente al ministro del cáliz y permanece de pie ante él. El ministro le dice: “La Sangre de Cristo”, a lo que le responde “Amén”. Luego, el ministro le entrega el cáliz, para que lo lleve a la boca el mismo que va a comulgar, con sus manos. El que va a comulgar bebe un poco del cáliz, lo devuelve al ministro y se retira. Luego, el ministro limpia el borde del cáliz con el purificador. (IGMR n. 286)
Si la Comunión del cáliz se hace por intinción, el ministro del cáliz se para junto al sacerdote. El sacerdote toma una Hostia, y moja una parte en el cáliz. No hace falta empapar toda la forma; basta con que se introduzca un tercio. Luego, el sacerdote muestra la Hostia diciendo “El Cuerpo y la Sangre de Cristo”. Quien va a comulgar responde “Amén”. Recibe del sacerdote el Sacramento en la boca, y en seguida se retira. (IGMR n. 287).