El Manual de liturgia

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Las plegarias eucarísticas para las misas con niños se incluyeron en el misal para intentar expresar con un lenguaje sencillo el contenido teológico propio de las anáforas a fin de que los niños puedan participar con mayor fruto de misa.

En 1973 la Congregación para el Culto Divino, ante las peticiones que recibió por parte de algunas conferencias episcopales, solicitó al san Pablo VI permiso para componer una anáfora adaptada al lenguaje y mentalidad de los niños. El papa dio la autorización, y por ello se hizo un grupo de trabajo, en el que se compusieron treinta y ocho textos. De esos se eligieron tres: uno belga-holandés, uno francés y uno alemán. En 1974 el papa dio autorización para que se usaran experimentalmente por tres años. En 1977 reiteró la autorización por un trienio más. Y san Juan Pablo II, en 1980, permitió su uso sin sujeción temporal. Aunque en un principio se encontraban en folletos sueltos, con la tercera edición del Misal Romano se incorporaron a éste. Con ello dejó de necesitarse una autorización por parte de la Santa Sede para que pudieran incluirlas las conferencias episcopales en sus traducciones.

Actualmente no se encuentran como apéndice del Ordinario de la Misa, como las plegarias eucarísticas de la reconciliación y las de diversas necesidades, sino hasta el final de todo el Misal Romano, para expresar que su uso es mucho más especial que las otras anáforas, ya que tienen que darse las condiciones que establece el Misal para poder ser usadas.

En concreto, el Misal dispone que su uso se limita estrictamente a las misas en las que se celebran únicamente con niños, o en las misas en las cuales la mayor parte de los participantes está constituida por niños. Y entiende por niños solo a los que no han entrado en la preadolescencia.

Cada una de estas tres plegarias eucarísticas cuenta con un prefacio propio, que nunca puede cambiarse por otro. Asimismo, se pide que cuando se usen no haya concelebración.

Son tres anáforas, como se dijo, cada una pensada para distintas circunstancias. La primera está pensada para los niños que empiezan su experiencia de vida eucarística, y está redactada en forma positiva y festiva alaba a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros. La segunda es adecuada para los niños que están en el final de la catequesis y tiene como tema el amor que Dios nos ha mostrado a lo largo de toda la historia de la salvación. Y la tercera presupone que participan niños más mayores, acostumbrados a la misa e incluye referencias continuas a nuestras actitudes concretas y a la misión de cada uno dentro del plan divino.