El Manual de liturgia

El Manual de liturgia

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La capa pluvial es un manto circular que cubre toda la espalda de quien la viste y se sujeta por delante con un broche, y en la parte posterior tiene un capillo.

En la antigüedad, para las procesiones los clérigos empezaron a usar una capa que no sólo les cubría el cuerpo, sino que además tenía entre los hombros una capucha con la que protegerse la cabeza si empezaba a llover. Por ese motivo, se le llamó pluvial, es decir, para la lluvia. Con el tiempo, la capucha desapareció, pero en memoria de esta capucha, hoy se coloca un capillo o escudo bordado en la parte trasera.

Posteriormente, la capa comenzó a ser utilizada en las comunidades monásticas por los miembros más importantes y, de ahí su uso se extendió a toda Europa como un ornamento para las funciones litúrgicas menores, como procesiones, o la liturgia de las horas.

Esas capas empezaron a ser decoradas tanto en los extremos de la parte del frente con ricos bordados que forman dos columnas, como en la parte trasera, especialmente en el capillo. Además, por su carácter de manto abierto, se le empezó a sujetar por los dos extremos delanteros con un broche, que pronto tuvo una importancia ornamental, en la forma de placa amplia, ovalada o rectangular, de hasta 18 centímetros, que solía hacerse de plata u oro, con incrustaciones de piedras preciosas. Este broche ricamente decorado es llevado hoy en día solo por los obispos.

La capa pluvial hoy en día debe de ser del color litúrgico del día, y debe usarse en las procesiones y en ciertas ceremonias, como la bendición de las candelas, de la ceniza, o de los ramos;  en la bendición con la custodia durante la exposición del Santísimo Sacramento; en los ritos exequiales fuera de la Misa; y en el rezo solemne de las laudes y vísperas;.

En la forma extraordinaria, además, la visten los ministros del báculo y la mitra del obispo en las funciones pontificales, y lo usa el presbítero asistente. 

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