El amito es la prenda destinada a cubrir el cuello y las espaldas del obispo, el sacerdote, el diácono, o acólito en las celebraciones litúrgicas. El amito se coloca bajo el alba. La Instrucción General del Misal Romano dispone que debe usarse obligatoriamente, salvo que el alba cubra totalmente el alzacuellos. Textualmente establece:
“119. […] Todos los que se revisten con alba, usarán cíngulo y amito, a no ser que por la forma del alba no se requieran.”
“336. La vestidura sagrada para todos los ministros ordenados e instituidos, de cualquier grado, es el alba, que debe ser atada a la cintura con el cíngulo, a no ser que esté hecha de tal manera que se adapte al cuerpo aun sin él. Pero antes de ponerse el alba, si ésta no cubre el vestido común alrededor del cuello, empléese el amito.[…]”
Los papas nunca han dejado de utilizar el amito. El papa Francisco lo usa tanto en las celebraciones solemnes que organiza la Oficina de Celebraciones Litúrgicas como en las misas privadas que todas las mañanas ofrece en Santa Marta.
Para revestir el amito, el sacerdote debe de colocarlo primero sobre su cabeza, luego lo baja a sus hombros. Lo amarra por la cintura y se lo ajusta en el alzacuellos para que no se vea.
De acuerdo con la tradición, mientras el sacerdote se reviste con el amito dice la siguiente oración:
“Impone, Domine, capiti meo galeam salutis, ad expugnandos diabolicos incursus.”
Lo que puede traducirse como “Pon, Señor, sobre mi cabeza el casco de salvación, para rechazar los asaltos del enemigo”.