El Manual de liturgia

El Manual de liturgia

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Indica el Ceremonial de los Obispos (nn. 26 y 122) que en la misa estacional, deben participar dos diáconos que asistan al obispo. Se les conoce como diáconos asistentes o, conforme al uso anterior, diáconos de honor.

Adicionalmente debe de participar, cuando menos, otro diácono que se ocupe del Evangelio, de las moniciones, y del altar. Pueden ser dos, y uno se encarga del Evangelio y de las moniciones, y el otro del altar. A éstos se les ha llamado diáconos ministrantes.

Los diáconos asistentes se visten con amito, alba, cíngulo, estola y dalmática, al igual que los diáconos ministrantes (CE 125). En la forma extraordinaria, en cambio, los diáconos asistentes se visten con sobrepelliz y dalmática, a diferencia del ministrante que usa amito, alba, cíngulo, estola, dalmática y manípulo.

En las Capillas Papales, dos cardenales-diáconos pueden fungir como diáconos asistentes. En este caso, se revisten como los diáconos, pero usan mitra.

Antes de la misa, los diáconos asistentes se encargan de ayudar al obispo a revestirse. Le colocan el palio (si tiene derecho a usarlo) y la mitra (CE 126).

En la procesión de entrada, los diáconos asistentes caminan detrás del obispo (CE 128), y se sientan en el presbiterio a los lados de la cátedra (CE 131). Al llegar al altar, besan el altar junto con el obispo, y lo acompañan mientras inciensa el altar (CE 131).

En la liturgia papal, los diáconos asistentes caminan delante del papa, y no por detrás. Esto es específico de las misas papales. En el resto de misas episcopales deben ir detrás, como lo indica el Ceremonial de los Obispos.

Uno de los diáconos asistentes se encarga de presentarle la naveta al obispo cuando deba de colocar el incienso en el turíbulo (CE 127, 140 y 149).

Un diácono es quien le entrega el turíbulo al obispo para que inciense el altar al inicio de la Liturgia Eucarística, y luego lo acompaña mientras inciensa (CE 149). En la liturgia papal, en este momento es un diácono ministrante quien lo acompaña y no uno de los asistentes.

Después de la incensación, los diáconos asistentes, junto con los ministrantes, permanecen detrás del obispo (CE 153). Únicamente se acercan para asistirlo, como, al inicio del prefacio, cuando uno de los diáconos asistentes le retira el solideo al obispo (CE 153).