El Manual de liturgia

El Manual de liturgia

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La posición de las manos en la liturgia es muy importante. Siempre es significativa. Si no se dispone otra cosa, las manos de los celebrantes deben permanecer juntas. Deben de observar esta disciplina mientras están en el presbiterio y en las procesiones.

Ahora bien, existen muchas formas de tener las manos juntas. Todos los días observamos distintas interpretaciones a la rúbrica de juntar las manos. Hay quien las junta por debajo de la cintura, y hay quien entrecruza los dedos, como puede observarse en la foto de abajo. Todos ellos tienen las manos juntas. 

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A todo esto, ¿cuál es la forma correcta? La indica el Ceremonial de Obispos, num. 107, nota 80, citando el viejo Caeremoniale:

“Las manos se juntan, palma con palma, con todos los dedos unidos, y el pulgar derecho cruzado sobre el izquierdo. El pulgar derecho debe pegarse al pecho.”

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“Cuando el candidato a la ordenación sacerdotal pone sus manos juntas en las manos del obispo y le promete respeto y obediencia, le ofrece su servicio a la Iglesia como cuerpo vivo de Cristo, pone sus manos en las manos de Cristo, confiándose a Él, y le ofrece sus propias manos para que sean las suyas. […]

Cuando nosotros, al orar, juntamos las manos, lo que expresamos es, precisamente esto: ponemos nuestras manos en las Suyas, con nuestras manos ponemos nuestro destino en su mano; confiando en Su fidelidad Le prometemos nuestra fidelidad."

Joseph Ratzinger, El espíritu de la liturgia, cuarta parte, capítulo II, n. 4

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