El Manual de liturgia

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La letanía de los santos es una forma de súplica de auxilio a aquellos que, habiéndose identificado plenamente con Cristo durante la vida terrena, han llegado a la gloria del Cielo y han recibido la corona de la inmortalidad.

Estas invocaciones aparecieron a finales del siglo VIII, en un formulario muy sencillo. Actualmente, con el devenir de los siglos, y la aparición de nuevos santos, se ha ido enriqueciendo.

Hoy en día forman parte de la liturgia de la Vigilia Pascual, del Bautismo, del Orden, de la dedicación de iglesias, de las exequias, de la profesión religiosa, de la consagración de vírgenes, de la bendición de abades y abadesas, y de la canonización de beatos. Asimismo, se prevén de forma optativa en algunas ediciones del Ritual del Matrimonio, como la mexicana.

Las letanías varían en cada una de las ocasiones, en cuanto a los santos que se mencionan. Por ejemplo, en la ordenación episcopal se mencionan a todos los apóstoles, pues los obispos son sus sucesores; pero eso no ocurre en ordenación diaconal o en la episcopal.

Pese a esa variación, hay santos que no faltan: la bienaventurada Virgen María, san José, su esposo, san Juan Bautista, y los santos apóstoles Pedro y Pablo. Estos son los que se encuentran en la forma mas breve, que es en el bautismo de niños.

En las versiones más extendidas, los santos se ordenan por categorías: 1) los arcángeles, 2) los ángeles, 3) patriarcas, 4) profetas, 5) apóstoles y evangelistas, 6) discípulos, 7) mártires, 8) papas y obispos, 9) doctores, 10) presbíteros, 11) vírgenes 12) religiosos,  y 13) laicos.

En cada una de las categorías se ordenan los santos con un criterio cronológico, por regla general. Solo en caso de que el fundador de una orden haya muerto después de la uno de sus miembros, se menciona primero al fundador. Por ejemplo, san Francisco Javier que falleció 1n 1552 se menciona después de san Ignacio de Loyola, que murió posteriormente, en 1556.