El Manual de liturgia

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Antiguamente únicamente se bautizaba en la Vigilia Pascual. Por ello, la Cuaresma surgió como un tiempo de intensa preparación para recibir los sacramentos de la iniciación cristiana. A esa preparación se empezaron a sumar los fieles para prepararse a renovar su bautismo en la Vigila Pascual.

Es por esta razón que los domingos de Cuaresma se pueden llevar a cabo unos ritos prebautismales, en caso de que se tenga previsto bautizar adultos en la Vigilia Pascual.

El camino para el bautismo de adultos tiene varios grados o etapas, mediante los cuales la persona ha de avanzar, atravesando puertas o subiendo escalones. Estos grados se marcan o sellan con distintos ritos litúrgicos.

El primer grado, etapa o escalón es cuando el catecúmeno se enfrenta con el problema de la conversión y quiere hacerse cristiano, y es recibido por la Iglesia como “catecúmeno”. Esta etapa termina con el Rito de Admisión al Catecumenado.

Antes de la Cuaresma se debe llevar a cabo el rito de admisión al catecumenado. Los candidatos se presentan por primera vez a la Iglesia y manifiestan su deseo de ser sus miembros. Deben tener ya una conversión y vida espiritual inicial, la voluntad de cambiar de vida y una cierta práctica de oración. Desde este momento llamados “catecúmenos”. La parte principal de esta celebración se realiza a las puertas de la Iglesia para expresar con el gesto que es el primer paso de admisión a la misma para participar de sus misterios.

El segundo grado es cuando, madurado ya la fe, el catecúmeno es admitido a una preparación más intensa de los sacramentos. Esta etapa, inicia con el Rito de Elección. A partir de ese día el catecúmeno se llama “elegido”.

Este rito se celebra el I Domingo de Cuaresma, durante la misa. Después de la homilía, un delegado de la comunidad presenta los candidatos y el sacerdote dialoga con los padrinos sobre la preparación de sus ahijados. También puede preguntar a la comunidad. Confiado en el testimonio de padrinos y comunidad, pregunta a los candidatos sobre su voluntad de ser iniciados en los sacramentos de Cristo y se hace la inscripción de sus nombres en una lista especial. El sacerdote, como representante de la Iglesia, declara a los candidatos “elegidos” por el Señor para ser iniciados en los sagrados misterios e invita a todos a la fidelidad en la elección y a los padrinos al testimonio de vida. Tras este rito, se despide a los elegidos, quienes no participan de la Liturgia Eucarística, por no estar bautizados.

Después se llevan a cabo los escrutinios y los exorcismos. Se realizan los domingos III, IV y V de Cuaresma después de la homilía. El sacerdote invita a la oración, después se hacen unas súplicas por los elegidos, tras lo cuál se realiza un exorcismo imponiéndoles las manos. Acabados los exorcismos se despide a los elegidos. Por este rito se le llama a esta etapa “purificación”.

El III Domingo de Cuaresma, después del escrutinio, se les entrega el Símbolo, y el V Domingo de Cuaresma se les entrega el Padrenuestro. Se invita a los elegidos a decir el Credo o el Padrenuestro, quienes lo recitan en voz alta, tras lo cual se dice una oración sobre ellos. Por este rito se le llama a la etapa “iluminación”, pues se ilumina a los elegidos con los elegidos antiguos documentos de la fe y de la oración, es decir, el Símbolo o Credo y la Oración del Señor.

Finalmente, el Sábado Santo por la mañana se lleva acabo el Rito de Preparación Próxima, en la cual se realizan los ritos del “Effetá”, en el cual se le tocan la boca y los oídos mientras el sacerdote dice una oración; el rito de elección del nombre cristiano; y wl rito de unción, en el que se le unge con el óleo de los catecúmenos en el pecho o en ambas manos, mientras el sacerdote pronuncia una oración.

El tercer grado, cuando acabada la preparación espiritual, el elegido recibe los sacramentos, en la Vigilia Pascual, con los que comienza a ser cristiano.

En la Vigilia Pascual el elegido es bautizado, se le unge con el Santo Crisma, se le entrega la vestidura blanca y una vela que es encendida con el cirio pascual. Posteriormente, se le confirma y, en la Liturgia Eucarística realiza su primera comunión.  A partir de ese momento se le llama “neófito”, aunque ya es un fiel cristiano como cualquier otro.

Tras ello hay una cuarta etapa que dura todo el Tiempo de Pascua, que se dedica a la “mystagogia”, o sea a la experiencia espiritual y a gustar de los frutos del Espíritu, y a estrechar más profundamente el trato y los lazos con la comunidad de los fieles.