Desde antiguo, a semejanza de la Vigilia Pascual existió la costumbre de iniciar la celebración de algunas solemnidades, como la Natividad o Pentecostés, con una vigilia de oración. Para realizar esta vigilia, se reza el Oficio de Lectura. Especialmente se pide que se celebre la noche de la Natividad del Señor, el Viernes Santo en la Pasión del Señor y el Sábado Santo bajo la presidencia del Obispo (CE 216).
El obispo, los presbíteros y los diáconos pueden revestirse como para las Vísperas (CE 216). Es decir, con amito, alba, cíngulo estola y capa pluvial los presbíteros y dalmáticas los diáconos (OGLH 255) Las estolas, dalmáticas y pluviales son del color del día. En el caso del obispo, además viste la cruz pectoral, la mitra y usa báculo (CE 192).
El oficio de lecturas se hace como de costumbre, hasta la segunda lectura. En caso de que presida un obispo, sin embargo, habrá de recibir la mitra para iniciar la salmodia (CE 198) Al concluir la segunda lectura se añaden los cánticos que para ese fin aparecen en el apéndice del libro de la Liturgia de las Horas. Al final de estos cánticos, se proclama el Evangelio desde el ambón. En las solemnidades y fiestas, el Evangelio se toma del Leccionario de la Misa, y los domingos de la serie que aparece en el libro de la Liturgia de las Horas (OGLH 73).
No indican nada los libros litúrgicos, pero hay autores que señalan que la proclamación del Evangelio puede hacerse conforme al rito solemne, como en la Misa, es decir, que el diácono (o el presbítero, si el que preside es obispo) pide la bendición a quien preside, lleva procesionalmente el Evangeliario al ambón entre candelas, y lo inciensa al inicio. Lo que sí se indica es que el obispo debe de dejar la mitra, ponerse de pie y recibir el báculo para escuchar el Evangelio (CE 216).
Al terminar la proclamación del Evangelio, si se considera oportuno, puede hacerse una homilía y, posteriormente, cantar el Te Deum (OGLG 73). Si preside un obispo, sostiene el báculo mientras se canta el Te Deum (CE216)
La celebración termina con la oración conclusiva, como se hace habitualmente en el Oficio de Lectura.
En la Natividad del Señor puede unirse la celebración del Oficio de Lectura con la Misa, lo que normalmente queda excluido. En este caso, se celebra todo el Oficio hasta el responsorio de la segunda lectura, tras lo cual, comienza la Misa por el himno Gloria, y se omite todo lo demás del Oficio (OGLG 98)