Entrevista concedida a Bianca Fraccalvieri de Vatican News en Portugués.
Mons. Marini, ¿qué hay detrás de una ceremonia presidida por el Santo Padre?
Detrás de una celebración papal hay una gran y larga preparación, que involucra a la Oficina de Celebraciones, pero también muchas otras entidades de la Santa Sede. Se puede decir que la preparación de una celebración del Papa es un trabajo en equipo y de colaboración entre muchas entidades. Uno siempre ve el “producto final", pero este producto final es el fruto del compromiso, la pasión y el trabajo de muchas personas. Hay muchas personas “insospechadas" que forman parte de este trabajo. Pienso en aquellos que, por ejemplo, adornan la Basílica o la Plaza, o en quienes colocan en las sillas. Son trabajos muy silenciosos que se hacen lejos de las cámaras, pero son obras preciosas, indispensables para el éxito de cada celebración,
¿Cómo definiría su trabajo?
Me viene una palabra: gracia. Creo que vivir con el Santo Padre, servirle, y colaborar con él, es ya una gran gracia. Pero además lo hago en el momento más sublime de la vida de la Iglesia, que es la celebración litúrgica, la oración, la súplica hecha al Señor. Por ello puedo decir que realizar esta tarea es, ante todo, un regalo y una gracia, que sin duda debe corresponderse con la responsabilidad y el compromiso.
Liturgia y redes sociales. El Papa Francisco nos recordó que debemos “levantar el corazón" y no “levantar los teléfonos móviles". ¿La sacralidad de los gestos todavía tiene relevancia para los fieles?
Pienso que sí. En el fondo hay una gran búsqueda, una gran sed de lo sagrado, del gesto sagrado como lugar de encuentro con el Señor. Todos debemos ser conscientes de preservar esa sacralidad, y hacerlo para que las personas puedan vivir esa experiencia. Si la liturgia es el espacio de Dios en el mundo, existe una necesidad absoluta de este espacio, particularmente en este período en que existe el riesgo de relegarlo a un segundo plano. La liturgia es ese espacio sagrado en el tiempo, en la historia, porque es el espacio en el que Dios está presente, actúa por nosotros, y por eso es tan importante preservarlo con cuidado.
Las celebraciones papales no solo se realizan en el Vaticano, en la Plaza de San Pedro y la Basílica Vaticana, sino también en todo el mundo. ¿Cómo combinar la liturgia local con la tradición del Vaticano?
Creo que, como nos enseñó el Concilio Vaticano II, la liturgia tiene la riqueza de ser única, pero también tiene la capacidad de acomodarse a diferentes realidades, a diversas expresiones culturales, y a diferentes formas de expresar la propia religiosidad. La liturgia papal busca poner eso en práctica de la manera más ejemplar posible. Por un lado, las celebraciones del Papa en países extranjeros durante sus viajes son tan liturgia papal como las que se celebran aquí en el Vaticano. Pero también en esas celebraciones se busca presentar los aspectos particulares, específicos y apropiados de una cultura, de un país, de una expresión religiosa. Esto se siente, se vive más en algunos países donde las particularidades son más sorprendentes como, por ejemplo, en África o en algunos países asiáticos. Me parece que esta es una gran riqueza, que nos ayuda a comprender cómo la oración de la Iglesia tiene la capacidad de unir en comunión tantas realidades diferentes y tantas formas diferentes de vivir la relación con el Señor.
Ha desempeñado este trabajo durante más de diez años: comenzó con Benedicto XVI y ahora con el Papa Francisco. ¿Hay diferencias en la forma en que celebran?
Me parece que es normal que sea así. La liturgia, por supuesto, es la misma, es la liturgia de la Iglesia. Pero cada Pontífice la vive con su propio estilo, también con características personales, y esto es evidente. Si comparamos la liturgia vivida por el Papa Francisco, por el Papa Benedicto o por San Juan Pablo II, nos damos cuenta que esas diferencias también son parte de la riqueza litúrgica. Ciertamente hay una objetividad de la liturgia, porque que es la liturgia, pero también existe una participación personal, que es capaz de introducir e insertar aspectos específicos que la enriquecen con el aporte de cada uno.
En estos diez años, ¿cuál ha sido su momento más especial?
Ha habido muchos momentos especiales. Pero seguramente uno de los momentos más especiales que tuve en esos años fue el período del Cónclave. Desde el principio, cuando el Papa Benedicto anunció su renuncia, los días del Cónclave y el momento de la elección del nuevo Pontífice. Creo que lo que viví en esos días estará realmente presente toda mi vida no solo en mi memoria sino también, y especialmente, en mi corazón.