El Manual de liturgia

El Manual de liturgia

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Existen dos rituales para el Bautismo. El primero es el Ritual para el Bautismo de los Niños (en adelante RBN) y el Ritual para la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA). Adulto es todo aquel que ha pasado de la infancia y tiene uso de razón (CIC 852); por tanto, se usará el RICA con ellos, y con los que no tienen uso de razón el RBN.

El ministro ordinario del Bautismo es el obispo, el presbítero y el diácono. Pero, ante su ausencia, puede administrar el sacramento cualquier persona con tal de que tenga la debida intención (CIC 861). Es decir, hasta un no bautizado puede administrar el Bautismo si tiene la intención. Pero ha de preferirse como ministro del sacramento a una persona que sepa bautizar debidamente (Ídem).

Quien va a recibir el Bautismo debe tener, en la medida de lo posible, un padrino (CIC 872). Tiene la función de ayudar a que el niño llegue a profesar la fe y a expresarla en su vida (RBN 8). Puede ser un solo padrino o una sola madrina, o uno y una (CIC 873). El padrino debe ser elegido por quien va a bautizarse o pos sus padres o tutores, y debe haber cumplido los 16 años de edad, ser católico, estar confirmado, haber hecho la primera comunión, llevar una vida congruente con la fe, no estar afectado por pena canónica, y no ser el papá o la mamá de quien se ha de bautizar (CIC 874).

Para administrar el Bautismo, el diácono, el presbítero se revisten con sobrepelliz sobre la sotana o con alba, y estola. Pueden, asimismo, usar la capa pluvial (RBN 35). El obispo se reviste con alba, cruz pectoral, estola y capa pluvial y mitra (CE 449). Pero si se administra el sacramento dentro de la Misa, el presbítero o el obispo se revisten como es habitual para la Misa.

El Bautismo puede celebrarse cualquier día, aunque es aconsejable que se administre en domingo o en la Vigilia Pascual (CIC 856).

Si se celebra el Bautismo en la Misa, se emplea el formulario ritual correspondiente y ornamentos blancos, salvo que sea un domingo de Adviento, Cuaresma o Pascua; las ferias de Semana Santa o de la Octava de Pascua; el Miércoles de Ceniza, las solemnidades y la conmemoración de los fieles difuntos. En estos casos, se emplea el propio del día, y los ornamentos del color que corresponda.

El lugar propio para celebrar el Bautismo es una iglesia u oratorio; aunque en casos de necesidad, puede hacerse en una casa particular o en hospitales (CIC 857, 859 y 860). La regla general es que sea la en la iglesia parroquial de los padres (CIC 857), aunque puede ser en cualquier otra iglesia u oratorio y, en caso de necesidad, en cualquier lugar decente (CIC 859)

Rito de acogida

El Bautismo de los niños comienza en la puerta de la iglesia. Ahí se dirige el celebrante, conde encuentra al bautizando con sus papás y padrinos. Procede a interrogar a los papás y padrinos sobre el nombre del niño y sobre lo que piden a la Iglesia. Luego, signa al niño en la frente, tras lo cual los papás y padrinos lo signan. Luego, entran todos a la iglesia (RBN 32 a 43).

Si celebra obispo, el obispo no se dirige a la puerta, sino que entra como de costumbre y se dirige a la cátedra. En caso de que celebre el Bautismo en Misa, venera el altar y lo inciensa. Luego va a la cátedra. Cuando el obispo está en la cátedra, el párroco u otro presbítero, se dirige a la puerta y preside el rito de acogida (CE 435 y 436).

Si se celebra el Bautismo en la Misa, cuando han entrado el bautizando, se omite el saludo y el rito penitencial y se inicia la Misa con el Gloria (salvo en Adviento y Cuaresma) y la oración colecta (RBN 29).

Si se va a bautizar a un niño en la Vigilia Pascual, el rito de acogida debe celebrarse antes de que inicie la Vigilia (RBN 28).

Liturgia de la Palabra

Después de la colecta, o de que hayan ingresado, se celebra la Liturgia de la Palabra, con la lectura de las perícopas propuestas en el Ritual. Si se celebra en la Misa dominical, o en Semana Santa, en la Octava de Pascua, en las solemnidades, el Miércoles de Ceniza o la conmemoración de los fieles difuntos, se proclaman las lecturas que corresponden a ese día; de lo contrario, se utilizan las lecturas propias del Bautismo.

Tras las lecturas tiene lugar la homilía. Al terminar, se hace la oración de los fieles. Aún cuando se administre el sacramento dentro de una Misa celebrada en una solemnidad o en un domingo, la profesión de fe no se lleva a cabo en este momento, pues tendrá lugar en posteriormente (RBN 29). Si celebra un obispo, deja la mitra para la oración de los fieles.

La oración de los fieles no concluye con una plegaria, sino que inmediatamente se inicia el canto de las letanías de los santos (RBN 85). Los fieles tributan a los santos el culto de dulía desde los orígenes mismos del cristianismo. Veneramos la memoria de aquellos que, habiéndose identificado plenamente con Cristo durante la vida terrena, han llegado a la gloria del cielo y han recibido la corona de la inmortalidad. Desde la antigüedad se pide su intercesión por el Pueblo de Dios. Estas letanías se solían cantar en las procesiones. Siguiendo esa tradición se pide la ayuda de los santos en el tránsito de la muerte a la Vida, y en el caminar por la vida.

Terminadas las letanías, el celebrante reza la oración de exorcismo (RBN 86). No se realiza porque se considere que el demonio tenga poseída la inteligencia o voluntad de los niños, sino para declarar la victoria de Cristo sobre el poder de las tinieblas. No es una declaración puramente nominal o de deseo, pues forma un todo con el sacramento, por medio del cual los niños quedarán asociados a la Pasión redentora de Cristo, en la cuál venció al Maligno y nos hizo hijos de Dios

Después, el celebrante pronuncia una oración y unge en el pecho al niño con el óleo de los catecúmenos. Si son varios los bautizados, a cada uno se le unge (RBN 87).

Este óleo es bendecido por el obispo cada año en la Misa Crismal, que se celebra en Semana Santa. Una de las virtudes del aceite es conservar los alimentos o los cuerpos. En el circo romano los gladiadores se untaban el dorso con oleo para estar más resbaladizos ante el enemigo, y para dar vigor a sus músculos. Ese es el significado del oleo de los catecúmenos con el que se unge el pecho: el cristiano tiene que ser alguien que conserve la fe, y alguien que luche contra el mal.

Estos ritos los preside el celebrante desde la sede. Si quien preside es laico, se omite tanto el exorcismo como la unción (RBN 140 bis).

Si celebra un obispo, al terminar la unción recibe la mitra y el báculo (CE 441).

Celebración del Bautismo

Terminada la unción, todos se dirigen al baptisterio. Si no hay baptisterio, se acercan a la fuente bautismal que se coloca cerca del presbiterio.

Lo primero que hay que hacer es bendecir la materia del sacramento, es decir, el agua. Esta bendición solamente se hace fuera del Tiempo de Pascua y cuando el ministro es un clérigo (RBN 54 y 142).

La fórmula de bendición del agua hace un repaso por toda la Historia de la Salvación, recordando los grandes prodigios que hizo Dios por medio del agua. Se recuerda la creación, el diluvio, la liberación de Israel por el paso por el mar Rojo, el Bautismo de Jesús, y el mandato de Jesús de ir por todo el mundo bautizando. En la parte final, el celebrante mete la mano derecha a la fuente bautismal (RBN 54).

En el Tiempo de Pascua no se bendice el agua, pues se usa la bendecida en la Vigilia Pascual; pero se hace una invocación a Dios (RBN 55). Y cuando bautiza un laico que cuenta con agua bendita, también se hace una invocación a Dios (RBN 143). Pero si el laico no cuenta con agua bendita, hace una oración de bendición a Dios (RBN 142).

Si celebra un obispo, para bendecir al agua deja el báculo y la mitra (CE 441).

Después de la bendición del agua, tiene lugar la renuncia a Satanás y la profesión de fe. Se hace mediante un interrogatorio, en el que les pregunta a los papás y padrinos sobre su renuncia al mal y su fe. Ellos deben responder en primera persona del singular: “si renuncio” o “si creo” (RBN 145 y 146). Si el que celebra es obispo, hace las preguntas con mitra y báculo (CE 442).

Posteriormente, se procede a bautizar a los niños. Si el que celebra es obispo, deja el báculo en este momento (CE 443).

A los papás y padrinos de cada niño les pregunta el celebrante si quieren que el niño sea bautizado. Ellos responden afirmativamente y procede a bautizar derramando tres veces agua sobre la cabeza del niño, o sumergiendo tres veces al niño en la fuente bautismal, mientras dice la fórmula sacramental: “N., yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Cada una de las tres infusiones o inmersiones se hace tras mencionar a cada una de las Personas Divinas (RBN 148).

Estas palabras, que son la forma del sacramento, fueron dadas por el mismo Jesús (Mt 28, 19). Son, junto con el agua, la esencia del sacramento. En caso de peligro de muerte, pueden omitirse todos los demás ritos y sólo derramar agua y decir estas palabras para que el sacramento sea válido (RBN 164 y CIC 850).

El ministro dice que bautiza “en el nombre” y no “en nombre”. Hay una diferencia entre ambas expresiones. La segunda alude a que se habla o se dice algo en representación de alguien. Como un subidrector que habla en nombre del director. La fórmula litúrgica es “en el”, que es la expresión usada para referirnos a un lugar. “Estoy en el comedor”, o “estoy en el patio”. Si tenemos en cuenta que bautizar significa inmersión, lo que dirá y hará el ministro es meter al niño en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Lo meterá a la vida trinitaria.

Después del bautismo de cada niño es conveniente que toda la comunidad haga una breve aclamación tomada de la Escritura.

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Ritos ilustrativos

Después, del bautismo, tienen lugar los ritos ilustrativos.

El primero es la unción con el Santo Crisma. En la Misa Crismal de la Semana Santa, el obispo consagra (no bendice como el de los catecúmenos) el Crisma, que es aceite que es mezclado con perfume. Al contener perfume, deja un olor en el bautizado: el buen olor de Cristo del que habla San Pablo (2 Cor 2, 15). En el Antiguo Testamento a los reyes, a los sacerdotes y a los profetas se les ungía con aceite, como señal de que ejercían una misión especial dentro del pueblo: los reyes solucionaban los problemas de la gente, los profetas hablaban en nombre de Dios, y los sacerdotes tenían el deber de ofrecer sacrificios a Dios. Cristo asumió los tres roles en su persona, siendo Sacerdote, Profeta y Rey. Ahora se unge a los niños con el crisma para que, como bautizados, se haga otro Cristo y, sean profetas, reyes y adquieran el sacerdocio real.

Tras decir una oración, se unge a cada neófito en la coronilla. Si hay otros clérigos, pueden ayudar al celebrante a realizar la unción, si son varios niños (RBN 62). Esta unción se omite si el que preside es laico (RBN 151).

Luego, se les impone la vestidura blanca a los niños recién bautizados. Uno de los efectos del Bautismo es limpiar el pecado original de los bautizados. Ello se simboliza con la vestidura blanca que se les impone. En el Antiguo Testamento, Dios mandó a Moisés a sacrificar en la pascua un cordero que debía ser totalmente blanco, sin ninguna mancha. Cristo es el nuevo Cordero Pascual. Por ello, vistiendo a los niños de blanco se significa que se han revestido de Cristo.

Tras decir una oración, se le entrega la vestidura blanca a cada niño. Es importante decir que no se admite ningún otro color (RBN 63).

Posteriormente, el celebrante toma el cirio pascual y dice: “Recibe (reciban) la luz de Cristo”. Y se acerca una persona por cada niño bautizado y enciende una vela en el cirio (RBN 64). Cuando todos los bautizados tienen la vela encendida, el celebrante dice una monición.

Dios es “luz de luz”, como menciona el Credo. Es lo opuesto a las tinieblas. Esta es su naturaleza. El arte representa a Dios y a los santos con una aureola, con luz alrededor del rostro. Cristo es la luz del mundo, como él mismo dijo. Por eso, en la Vigila Pascual, estando todo el templo a oscuras, se enciende el cirio pascual como símbolo de la Resurrección, de que otra vez hay luz. En el cirio, que fue bendecido e iluminado en la Vigilia Pascual, se enciende una vela, que sostienen los papás y padrinos mientras el ministro les recuerda que deben de buscar mantener viva la luz de la fe para que cuando Cristo, el Esposo, llegue al final de los tiempos, lo encuentre, como a las vírgenes prudentes de las que habla el Evangelio, con la luz encendida y lo pueda invitar a entrar al Banquete Celestial.

Luego, si a la Conferencia Episcopal le parece conveniente, tiene lugar el rito del “Effeta”. “Effetá” es una de las pocas palabras que se conservan en el Evangelio en la misma lengua en que las pronunció Jesús y significa “ábrete”. La dijo Jesucristo cuando le presentaron a un sordomudo, con lo que aquel hombre pudo hablar y oír (Mc 7, 34). A decir del papa Benedicto XVI, esta palabra resume en sí toda la misión de Cristo. Él se hizo hombre para que el hombre, que por el pecado se volvió interiormente sordo y mudo, sea capaz de escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y de esta manera aprenda a su vez a hablar el lenguaje del amor, a comunicar con Dios y con los demás. Por este motivo la palabra y el gesto del “Effetá” han sido insertados en el rito del Bautismo, como uno de los signos que explican su significado: tocando la boca y los oídos del recién bautizado para que pronto pueda escuchar la Palabra de Dios y profesar la fe.

Si son muchos niños, se dice la fórmula y se omite el tocar los oídos y la boca. En caso de que presida un laico, se omite este rito. Lo mismo si el Bautismo se celebra en la Vigilia Pascual (RBN Ap I).

Rito de conclusión

Terminados los ritos ilustrativos, si el Bautismo se hizo fuera del presbiterio, se hace una procesión hacia el altar (RBN 67). Al llegar ahí, se reza el Padrenuestro, salvo que el Bautismo se hubiera celebrado en la Misa, pues en este caso, continuará de la forma acostumbrada, a partir del ofertorio (RBN 29).

En todas las plegarias eucarísticas hay una mención especial por los bautizados. En el Canon Romano, además, hay una mención especial por los padrinos.

Terminada la Oración del Señor, o al final de la Misa, el clérigo bendice a las mamás (que sostienen a su hijo en brazos) a los papás y a todos los presentes con una bendición especial (RBN 70). Cuando celebra un obispo, imparte la bendición con mitra, y recibe el báculo para hacer tres veces el signo de la cruz (CE 447). Si el que preside es un laico, simplemente invoca la bendición de Dios (RBN 156).

Después de la bendición es oportuno cantar el Magnificat (RBN 71).

Tras el Bautismo, el párroco del lugar en donde se celebró debe anotar el nombre de los bautizados, del ministro, de los padres y de los padrinos; y del lugar y del día del nacimiento y de aquél en que se administró el sacramento (CIC 877).