Celebraciones papales

Celebraciones papales

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El antiguo rito de canonización se celebraba en la Basílica de San Pedro, por las mañanas, antes de la Santa Misa. El papa era llevado en la silla gestatoria hasta el trono, revestido con el manto papal.

En el camino a la Basílica, un cardenal obispo, acompañado de dos señores, le regalaba al papa dos velas de cera, cada una con una imagen del nuevo santo.

Al llegar al trono, el cardenal prefecto, acompañado por el postulador de la  causa y el decano de los abogados consistoriales, se arrodillaban frente al papa y le pedían la canonización del beato. El secretario de breves, en nombre del papa, decía que el Santo Padre estaba persuadido de las virtudes del beato, pero que deseaba orar. Entonces, se arrodillaba entre el trono y el altar y se cantaban las letanías de los santos.

El papa regresaba a su trono y el cardenal se ponía nuevamente de rodillas y pedía otra vez la canonización. En ese momento, los cardenales asistentes le entregaban una vela al papa, quien entonaba el Veni Creator.

Concluido el himno al Espíritu Santo, el cardenal prefecto, de rodillas, hacía la tercera petición de canonización. Inmediatamente, el papa, sentado en el trono, pronunciaba la fórmula de canonización.

Al concluir la fórmula, el cardenal prefecto pedía al papa que el protonotario redactara la bula correspondiente, a lo que el Pontífice accedía.

En ese momento, las trompetas de plata empezaban a sonar desde la cúpula de la Basílica de San Pedro. Cuando callaban, el papa entonaba el Te Deum, que era acompañado por el repicar de las campanas de la basílica y de todas las iglesias de Roma.

Mientras se cantaba el Te Deum, en la Capilla Paulina se descubrían los regalos que se hacían con motivo de la canonización, y los tomaban algunos cardenales y los acercaban a la Basílica de San Pedro.

Concluido el Te Deum, se entonaba la hora tercia, mientras que el papa se revestía para la Misa.

La Misa se celebraba como de costumbre, pero en el ofertorio, unos cardenales llevaban los regalos que se acostumbraban hacer en una canonización. Estos regalos eran: pan, palomas y vino.

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Estas ofrendas recordaban las numerosas oblaciones del Antiguo y Nuevo Testamento, como el ofrecimiento de Caín y Abel, de Noé, de Moisés, y la que hicieron los Reyes Magos. El pan recordaba a los sacrificios antiguos como el de Melquisedec, y al Pan Vivo, el Cuerpo de Cristo. El vino aludía a las prácticas sacrificiales de la antigüedad y, como producto del fruto del vino místico, a la caridad y del remordimiento. Las palomas hacían referencia al Espíritu Santo, y también simbolizan la paz después del diluvio.

Estas ofrendas eran llevadas por tres pares de cardenales, que iban acompañados por clérigos y laicos. Unos llevaban dos jaulas: una dorada y una plateada con palomas. Otros llevaban un navío dorado y otro plateado en los que había pan. Finalmente, llevaban dos pequeños barriles de vino, uno dorado y el otro plateado. Todos se acercaban al papa y le presentaban los regalos.

Después, la Misa continuaba como de costumbre y concluía con la bendición papal. 

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Abog Consist.jpgDentro de los abogados que actúan ante la Curia Romana se encuentran los llamados “abogados consistoriales” Se les llama así porque presentaban a los candidatos para ser canonizados, lo que se hacía en un consistorio.

Aún siendo laicos, estos abogados tenían el privilegio de usar la capa pluvial, pero sobre el hombro, durante las coronaciones papales y las canonizaciones.